Arya
Soy Arya, ya llevo tiempo en la asociación aunque estoy en proceso de adopción, así que os voy a contar como empezó todo…
Una amiga de la asociación mando una foto mía que dejo sin palabras a las chicas de Solidarias con los animales… era yo con una pata vendada y deambulando por las calles de un pueblo super delgada y sucia… Quien podría haber sido tan cruel de llevarme al médico vendarme la pata y tirarme a la calle de nuevo?
Me buscaron y me encontraron, era fácil encontrar a una gatita en los huesos con una pata vendada que apenas le permitía caminar. Así que entre a formar parte de la familia, me llevaron al mejor traumatólogo de animalitos de la ciudad y me diagnosticaron un daño neurológico que pudo haber sido provocado por un atropello del que me salve milagrosamente. No tenía sensibilidad en la patita así que ni la apoyaba ni servía para mucho. Nos aconsejaron amputar la patita pero las chicas de la asociación decidieron esperar a que yo me recuperara un poco y entendiera que una nueva vida empezaba para mi, habría tiempo de tomar esta decisión.
Fui acogida en casa de una mujer muy buena que se llama Maribel, se desvivió por mi y puso muchos esfuerzo en mi recuperación. Si en algún momento mi patita mala empezaba a tener heridas habría que amputarla sin más remedio, pero Maribel me enseñó a usarla así que aún sin sensibilidad me acostumbre a jugar a 4 patas aunque ando a 3.
Un chico decidió adoptarme, wow que notición para todos!! Ahí estuve muy poco tiempo porque este chico quería un gato “a la carta”, no les gustaba como era yo, porque no les daba besos cuando querían, no me subía al sofá con ellos cuando ellos querían, no jugaba cuando ellos querían… total que no era un buen hogar para mi, y ahora que lo pienso… para ningún gato, porque no somos muñequitos con pelo.
Pasé a casa de Laura y mi amigo gatuno Poncho, aaaaahhh que bien lo pasamos, ahí si podía estar a gusto sin que nadie me exigiera lo que tenía que hacer y cuando. Laura y los compis humanos de esta casa me cuidaron super bien, jugamos un montón y atendieron a mis necesidades como verdaderos amigos… pasé bastantes meses ahí, la verdad es que ya mi asociación miraba con mil ojos a las personas que preguntaban por mi, pero un día… una amiga de la asociación nos habló de su tía Mari, que vive en una linda casa de pueblo y tenían a una gatita que se aburría mucho, se llama Mía
Así que me llevaron a ver que tal sería esta casita para mi. Nada más entrar en ese patio tan chulo ya supe que este era un buen sitio para mi, Mía estaba flipando con mi presencia y ese “swing” que tengo al caminar… Yo la miré le dije que venía a cuidar de ella y TACHÁN!!! Nos hicimos super amigas, dormimos juntitas, jugamos, nos tumbamos al solecito, estoy muy feliz… mereció la alegría tanto esfuerzo por parte de muchos humanos, yo parecía un caso complicado pero como decimos en la asociación, “lo imposible solo tarda un poco más.”
Me gustaría compartir con vosotros mi alegría y esta reflexión, cuando vayas a adoptar, por favor ten en cuenta que no somos juguetes, tenemos emociones y sentimientos, necesitamos nuestro espacio, el vínculo con un animal se hace con el tiempo, con miradas y sobre todo, mucho mucho respeto. Tener un animal en casa es una gran responsabilidad pero igualmente es una gran bendición. Gracias a los que hicisteis posible que mi historia haya tenido un final feliz.