Bob
Soy el más abuelito de los perros que han llegado a la asociación. Tengo mucho años, calculan que 13 añazos, pero que sepáis que la edad no está en el tiempo vivido sino en la alegría que le pones al que te queda… y bajo este calculo debo tener 2 y medio je je.
Me encontraron en la carretera, sólo y desorientado… mi pelo era una masa de rastas y bichos y olía fatal. Era Enero, llovía, estaba chorreando y hacía tanto frío…
Llevaba bastante tiempo en la calle. Como a tantos, me abandonaron y como pude me busqué la vida. Tras malvivir tuve la suerte de que las chicas me rescataran por un aviso que les dieron.
Fui directo a la peluquería y teníais que haber visto la cara del peluquero al ver mi estado… me bañó infinitas veces y me peló. Tenía mucha pús en mis ojitos, unas cataratas importantes… ¡hecho un churro llegué!
Aunque podía parecer que venía enfermo, los test dijeron que dentro de mi lamentable estado, estaba sano. Deshidratación, anemia y bichos por todas partes, pero nada letal.
Me quedé en casa de una de las chicas mientras que alguien me acogiera de manera más estable, ¿sabéis lo primero que hice? Pues encontré una mini pelota del gato de la casa y empecé a jugar… Atónitos se quedaron de mi vitalidad y destreza con la pelota, soy un gran perro futbolero.
Mi boca era un espectáculo de terror, salían dragones cabreados de ahí, así que hubo que quitarme piezas y ahora estoy como un niño de 10 años, ¡mellado!
Tenía un tratamiento super fuerte porque los ojos no se curaban, y apenas veía.
Salíamos a pasear y cosas de la vida, la gente me paraba para decirme lo guapo que era, y cuando contaban de donde venía todo el mundo alucinaba…
En las redes mucha gente compartió mi caso. Podemos decir que tenía un club de fans en instagram, y es que tengo un “swing” que no se puede aguantar.
Mi adopción no era fácil por mi avanzada edad, pero era imposible resistirse a mi vitalidad y mi cuerpito paticorto.
Pasaron algunos meses y llegó el mensaje esperado desde Barcelona. Mercé, una mujer muy buena quería adoptarme, y la edad era genial ya que tenía una perrita con los mismos años. Así que preparamos el viaje, con una gente muy chula que hacen transporte especial con animalitos y llegué a mi destino.
Al principio la química con mi nueva hermanita era poca. Es que yo no soy un abuelito cualquiera, soy un perro pelotero y eso no es fácil de entender… pero ya han pasado meses y vamos juntos a la peluquería, paseamos por la playa y somos buenos amigos. Todo es cuestión de tiempo.
Yo entreno cada día con mi pelota y a mamá la tengo frita para que me la tire; no me canso jamás, pasan las horas y mi cuerpo regordete corre tan rápido como mis cortas patas me permiten y hago derrapes hasta que cojo la pelota… vuelvo y mamá la tiene que volver a tirar. Debería comprarse una muñequera que la veo que a veces se cansa je je.
De mi historia hay algo que todos podéis aprender: abrir vuestras casas a un animal cambia su vida y la vuestra. La edad no puede ser impedimento para adoptarnos, yo soy un yayo pero merezco una casita donde ser feliz. El tiempo que pasemos juntos no serán 10 años, pero para nosotros cuenta el día a día, hoy estoy aquí, estoy más vivo que nunca… ¿mañana? Eso no existe, existe hoy.
Son muchos los animalitos abuelos que morimos esperando que nos adopten… No es justo, hemos pasado una vida dura y somos animales tranquilos y agradecidos, los que más, eso lo da la edad… ¿Te animas a adoptar a un abuelo? Espero que sí, que mi historia conciencie a mucha gente.