Hola… vengo a contaros una historia, la mía. Ojalá que mueva los corazoncitos de mucha gente y podamos evitar que los animales sigan sufriendo.

Nunca tuve el amor del humano, era un despojo más, esos perros que soléis ver en los pueblos vagando solos, a veces con heridas y bichos… pero no importamos. La gente sigue de largo, pero un día cuando la cosa para mi se ponía muy fea, me crucé por una carretera y un coche paró. Yo estaba en las últimas, había sido brutalmente atacada por otros perros y llevaba el cuerpo lleno de jirones y heridas putrefactas… pero ese coche paró al verme. Al principio me sentí aterrada, ya llevaba bastante encima para que me hicieran más daño. De ese coche salieron dos chicas muy majas, yo tenía mucho miedo, aunque estaba ya tan decaída, las heridas estaban tan mal, que me acerqué… peor la cosa no podía ir.

Me subieron al coche, y me llevaron a una casa. Allí me lavaron y vieron que mi pequeño cuerpo estaba lleno de heridas abiertas, la más grave, en mi cuello… Olía a muerte, eso era lo que habría pasado si ese coche no se hubiera parado y me hubiera recogido. Llevaba en ese estado una semana, ¿podéis imaginar el dolor tan intenso? Verme durmiendo a la intemperie, sola, sin comida ni agua. Sólo recordarlo hace que la tristeza me ahogue.

Esa noche llegué a una clínica veterinaria donde todo el mundo me trataba como una reina. Entré a quirófano y estuvieron dos horas cosiendo mi cuerpo, costura por aquí, costura para allá, cuando salí parecía una muñequita de trapo recién remendada. Pasé esa noche allí, ay qué agustico, nadie me molestaba, todo eran palabras de cariño para mí dentro de esa jaulita tan mona.

Al día siguiente me llevaron a casa de Noelia y Calabaza (una perrita muy maja que me ayudó mucho a volver a confiar). Noelia me curaba cada día con tanto cariño que yo aprendí a sonreír, sí, los perritos sonreímos y yo ¡tengo una sonrisa preciosa! Estas fueron mis primeras semanas de una vida que jamás podría imaginar, feliz es poco… Aunque seguía siendo extremadamente desconfiada y temerosa de todo.

Tenía un tratamiento muy fuerte de antibióticos y antiinflamatorios, es que mis heridas eran muy graves.

Llegó el momento de mi revisión y ¡sorpresa!, estaba embarazada. Esto habría sido una gran noticia, pero en mi estado, con todo lo que llevaba encima, era bastante mala. Así que entre todos, yo incluida, vimos que continuar este embarazo no era lo mejor, que había que abortar. El riesgo de malformación con un tratamiento tan severo como el mío hacía de este embarazo un riesgo para mi salud bastante grande. Así que mis mamis (que tengo unas cuantas) me miraron a los ojos y me dijeron: “Tú eres la prioridad Queen”, y les enseñé la mejor de mis sonrisas.

La operación fue súper bien, y es que mi veterinario es el mejor del mundo. Tuve que pasar la noche en el hospital porque podía necesitar una transfusión, estuve toda la noche acompañada, serena. Al día siguiente, ¡tachán! Para casa que me fui, no os imagináis la felicidad, ése fue el punto de inflexión en mi vida, dejar todo atrás. Ahora podía empezar de nuevo.

Pasé a otra casa de acogida, donde he estado unos meses, ahí me acostumbré a la compañia gatuna. Dejé atrás mis miedos y comencé a ser feliz, paseos, juegos… empezar de cero. Tengo sólo 2 años y mi vida y mi educación empezaron ahora.

Una familia con niños se enamoró de mi, y han decidido adoptarme. Vivo con una gatita y una familia muy alegre. Salimos al campo cada fin de semana, ahí me transformo en cabra loca y todos juegan conmigo. Aún tengo miedo de los perros pero con paciencia de mi familia, lo superaré.

Gracias a tantas personas que aportaron ilusión al proyecto de mi vida, gracias a vosotros yo tengo una vida maravillosa. Aunque aún se ven secuelas físicas en mi cuerpo, emocionalmente lo he superado casi todo.
Esta es la historia de una perrita sola, que nadie quería y llegó a ser toda una reina, es mi historia, la historia de Queen.