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Dante

Os voy a contar un cuento con final feliz… pero ya os digo que tiene un comienzo triste… Mi nombre hoy es Dante, soy un perro muy feliz y amado. Antes de ser Dante, yo no era nada para nadie…Soy uno más de esos perros que se ven en los pueblos, abandonados, esqueléticos y fritos a palos por parte de mala gente. Todos habéis visto alguno, ¿a que sí?

Pues estas historias pueden tener un buen final si lo decides, si no miras a otro lado… te duele cuando lo ves pero piensas que no puedes hacer nada y sigues tu camino. Pues yo era uno de estos, por mucho tiempo, fui uno de estos.

Pero un día paré a descansar a la sombra de un árbol, sin comer desde muchos muchos días atrás y sin agua, lo estaba pasando francamente mal, me echaban a patadas de todos sitios y, desesperado, me tumbé bajo un árbol con la esperanza de que al menos me dejaran un rato en paz, que nadie me tirara cosas ni me pateara. Pero no era un lugar cualquiera, frente a este árbol había una casa y en esa casa vive un ángel, mi ángel se llama Rosa.

Rosa es una chica muy comprometida, lleva años luchando por los muchos animales abandonados de su pueblo, pero a mi era la primera vez que me veía. Vino hacia mí con comida, yo tenía tanto miedo que me alejé… Pero en ese mismo momento, cambió mi destino. Durante algunos días volví a ese bendito árbol y ahí aparecía Rosa con comida, y poco a poco entendí que había un humano bueno y que tenía que fiarme de ella. Mi estado ya era muy crítico, los bichos se habían acoplado en mi cuerpo y me chupaban la poca vida que me quedaba, yo ya no podía más…

Rosa empezó a pedir ayuda desesperada a toda la gente y asociaciones que conocía sin respuesta… ambos empezamos a pasarlo muy mal, a mí no me quedaba mucho más tiempo y ella lo sabía.

Una noche escribió a una asociación muy pequeñita que hacía años la habían ayudado con otro perro y tenía que intentarlo todo, esta asociación no tiene instalaciones así que era poco probable que pudiera acogerme…

 

El mensaje llegó, mis fotos las dejaron sin palabras y llamaron a Rosa, “trae al perro a Granada cuanto antes, no tenemos donde meterlo pero confiemos en que algo surgirá”, ¡ese fue el mensaje que recibió mi ángel! Yeah!!!!

En menos de 24 h yo estaba en el veterinario. Tenía decenas de garrapatas que crecían por todo mi cuerpo, las pulgas llenaron esa bonita sala del médico y las personas que me asistieron no daban abasto… Mi delgadez era extrema y a pesar de mi tristeza, empecé a mover el rabito, alucinando por lo que estaba pasando…

Una chica que vio mi caso en las redes sociales de Solidarias con los Animales, llamó en cuanto me vio y se ofreció como casa de acogida, mi segundo ángel se llama Ana.

Aunque soy un perro joven, yo no sabía que era vivir en una casita, no sabía pasear y no sabía lo que era una caricia. Ana se armó de paciencia. Yo hacía mis necesidades en cualquier sitio, aún después de fumigarme las pulguitas seguían dando saltitos desde mi cuerpo escuálido, los paseos eran una odisea, coches, gente, ruidos, era horrible para mí… ¿Y sabéis que? Ana me enseño lo maravilloso que eran todas esas cosas. Empezamos a compartir la cama y el sofá. La seguía a todos sitios y en mi lenguaje perruno le decía “gracias” 8500 veces al día, je, je, je.

Ana tenía que volver a su pueblo y las chicas de la asociación empezaron a buscar para mí una nueva casa de acogida, pero mi buena estrella me tenía otra sorpresa: Ana decidió que quería adoptarme, habló con su familia y todo se ilusionaron con mi adopción, así que el día que Ana llegó a su pueblo, después de un año estudiando en Granada, llevaba un paquetito llamado DANTE, yo!

Y aquí estamos, paseando por el pueblo, con una nueva familia, feliz…

Quiero agradecer a todos, especialmente a mis ángeles, que hayan cambiado el mundo, mi mundo…Esos animales que ves abandonados, que hasta dan grima mirarlos, merecen un ángel como tú… nunca lo olvides.

 

Su vida en fotos

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